Cuando termine esta pesadilla global del COVID-19 nos quedará la experiencia de mucha solidaridad y muchas picardías, de muchas tristezas y alguna alegría. De haber perdido un hermoso otoño encerrado en casa  contando las monedas para pagar nuestros compromisos sin tener un solo peso de ingreso.

Allí afloraron todas las miserias, las de los bancos en especial, que nos pusieron todas las restricciones y barreras para acompañar a sus clientes en difícil situación. Y un Estado que acompañó a la mayoría de los desposeídos, pero que tardó con los sectores medios y pymes.

Las opiniones fueron muy diversas. ¿Por qué debe el Estado subsidiar  a las empresas y sectores medios?. En primer lugar para para conservar los empleos y para mantener el ritmo mínimo aceptable de actividad para obtener una recaudación impositiva que le permita financiar el enorme esfuerzo fiscal que hace para curarnos y cuidarnos. Por otro lado, los que cuestionaron en el pasado los subsidios (aun habiéndolos recibido silenciosamente: tarifas, escuelas públicas, transportes, etc.) y que ahora cuestionan no recibirlos o recibirlos tarde.     Creo que ya no se discute la intervención del Estado en la economía, manteniendo este el  liderazgo por encima del mercado que no hubiera resuelto esta situación penosa.

En nuestro distrito nos queda la enorme solidaridad de muchas instituciones, personas, sectores y agrupaciones sociales que han puesto su trabajo a riesgo de su salud para acompañar a los más necesitados. En definitiva somos una ciudad solidaria, pero nos cuesta trabajo conciliar objetivos para resolver nuestro futuro, dada la visión individualista de la dirigencia que contradice los buenos gestos demostrados en estos tiempos.

¿Será esta característica motivada por la ausencia de los liderazgos políticos que nos hagan sentir partícipes de nuestro destino? Somos una ciudad con más de 120 años y todavía no hemos podido resolver nuestra falta de crecimiento y oportunidades para nuestros hijos.

Tal vez la reflexión a la salida de la cuarentena extendida sea esta y podamos como tantas veces hicieron nuestros abuelos fundadores encontrarnos en el mismo camino. Que así sea.    

Por Genaro Enrique García, dirigente de la Unión del Comercio, la Industria y el Agro de Punta Alta (UCIAPA) y de la Federación Económica de Buenos Aires (FEBA).