La amenaza que acecha a las actividades artístico culturales podrá convertirse en realidad si finalmente nuestros diputados y senadores votan a favor los artículos contemplados en el Decreto de Necesidad y Urgencia presentado por el Presidente, Javier Milei, y que deroga leyes y elimina artículos de promoción cultural.

Este avasallamiento ha generado el rechazo y la movilización de artistas, gestores culturales y ciudadanos a lo largo y a lo ancho del país. Coronel Rosales ha sumado filas a este movimiento nacional.

La Asamblea Popular recientemente organizada, cuyas determinaciones fueron aprobadas y debidamente anunciadas está, como era de esperarse, en funcionamiento. Los estamentos públicos y privados comprometidos en la mancomunión de esfuerzos para buscar soluciones y eventualmente paliativos si el DNU se convierte en ley, ya se encuentra trabajando en proyectos y actividades que se anunciarán oportunamente.

La Multisectorial Cultural creada ad hoc -que además se sumó a otras organizaciones similares de la región y del país- deberá, empero, afrontar múltiples desafíos.

Primeramente, deberá concientizar a una población históricamente abúlica en cuestiones culturales sobre la destrucción de una identidad nacional y popular en beneficio de intereses neoliberales (de mercado y consumismo) que cíclicamente vuelven a imponer su autoritarismo.

En segundo lugar, deberá mantener su continuidad en los tiempos difíciles que se avecinan, lo cual implicará un tremendo compromiso y, a veces, deponer intereses particulares.

Tercero, y lo más difícil, ser muy claros en este mensaje: la cultura no es negociable porque no implica ningún gasto. Por el contrario, genera trabajo e inversiones. En esta columna ahondaremos sobre este tema.

Por el Lic. Sergio Soler. Escritor. Traductor. Docente universitario.